Con el asesinato del líder del movimiento gay Quetzalcoatl Leija Herrera, se presenta la primer gran prueba de fuego para el nuevo procurador de justicia en la entidad Alberto López Rosas, dada la representatividad que el personaje tuvo para un sector de la sociedad y la posibilidad de que sea el resultado de un acto de intolerancia a la diversidad sexual.
El crimen de Leija Herrera, deviene en una serie de retos para el nuevo orden político, el que se ha pretendido instaurar con la llegada de una nueva administración, que se anunció como la que transformaría los vicios de la anterior en los resultados que han quedado pendientes para la gente y en en el ramo de la procuración de justicia, la deuda es mayúscula si de ve desde la perspectiva de los asesinatos emblemáticos de los años recientes.
Personajes de la vida pública en la entidad como los diputados José Jorge Bajos Valverde, Armando Chavarría Barrera, el petista Rey Hernández Gracia, todos piezas clave en la coyuntura política del momento en que fueron ultimados, siguen recordados como parte de un obscuro capítulo de impunidad en medio de la paradójica “alternancia democrática” que tuvo lugar en Guerrero en el 2005.
Si bien el caso del líder homosexual no comparte la característica de un asesinato político como el de los anteriores, vale decir que el factor que lo coloca en la misma línea de exigencia es la popularidad del personaje dado su activismo social y político, hecho que invita a los ciudadanos a voltear la mirada hacia la postura y actuación del estado ante un espectáculo como el que, durante la pasada administración, nos habíamos acostumbrados a seguir sabiendo su desenlace, la impunidad.
Hoy la lente de la opinión pública está puesta sobre el procurador de justicia, pero no por el asesinato del también presidente del Centro de Estudios y Proyectos para el Desarrollo Humano Integral (Ceprodehi), sino por el reciente escándalo entorno al expediente del crimen de Armando Chavarría que lo ha llevado a mal, dadas las criticas de revanchismo político al pretender vincular su supuesto extravío con el ex gobernador Zeferino Torreblanca Galindo y sus procuradores.
Por esta razón, el asesinato de Quetzalcoatl Leija representa una gran oportunidad para Alberto López Rosas de alzarse como el responsable de una nueva época en la Procuraduría General de Justicia en Guerrero, apuntalada a reivindicar el quehacer de ésta institución y devolver la confianza de los ciudadanos y ciudadanas, necesaria para la buena articulación de un sistema político y de la propia democracia.