lunes, 13 de enero de 2014

Del Acapulco náutico a la zona diamante, el boom y el nuevo reto

Por Líbana Nacif Heredia
Enero de 2014        

Lenta pero continua ha sido la recuperación de la actividad turística en Acapulco durante los últimos dos años.
Luego del desplome del sector con la escalada de violencia en 2008, a finales de 2011 la actividad comenzó a dar visos de una recuperación que se mantiene en medio del vaivén de las tensiones sociales, la inseguridad y los cambios de gobierno.
Ambiciosos proyectos basados en los matices del Acapulco de antaño, el del esplendor turístico, son parte de la ruta primaria trazada para esta recuperación. Así, una forastera pero visionaria alianza entre el gobierno estatal, federal, el sector turístico y el cultural, remasterizó el Acapulco de la época dorada.
Y es que los primeros pasos de la recuperación se planearon con el impulso de la zona tradicional, en cuya máxima expresión se encuentra el Proyecto de Rescate del Acapulco Tradicional con el empresario Carlos Slim Helú como principal inversionista.
Mejoras en imagen, infraestructura, promoción y eventos, se observan a dos años de este proyecto que si bien aún tiene temas pendientes, ha hecho volver la mirada a esta zona del puerto donde se dignificaron espacios de tradición como el teatro al aire libre de Sinfonía del Mar con tocadas de rock y música filarmónica los fines de semana, la zona de clavados de La Quebrada con su remozamiento, al igual que los tradicionales hoteles Boca Chica, Caleta y el Paseo del Pescador.
Pero sin duda la apuesta más ambiciosa se encuentra en la zona diamante, donde llega el turismo de mayor poder adquisitivo, donde repunta la ocupación hotelera, donde tienen su sede las grandes convenciones y donde se encuentra la puerta del desarrollo turístico de la cuenca del sur, que apuntala a la unión de la Costa Chica de Guerrero y de Oaxaca.
En la temporada vacacional de invierno 2013, la Megaferia Imperial puso al descubierto lo que parece ser el siguiente reto para la planeación y la actividad turística en la que se presume como la zona de primer nivel y la más apta para los nuevos retos de esta actividad económica.
Fue el sábado cuatro de enero durante el último fin de semana del periodo vacacional de fin de año, cuando ante la convocatoria lograda por la segunda edición de la Megaferia, más de 30 mil personas se reunieron en torno al complejo de convenciones Mundo Imperial – el más grande de Acapulco.
Miles abarrotaron no solo la sede de esta atracción turística donde aquella noche se presentaba el cantante neoyorquino Prince Royce, los estacionamientos públicos, privados así como el bulevar de las naciones, colapsaron ante la inesperada concurrencia de acapulqueños y turistas que no querían concluir sus vacaciones sin visitar este atractivo para personas de todas las edades y estatus económico.
Medio centenar de auxiliares viales no fueron suficientes para desahogar la circulación como tampoco resultó suficiente el transporte público para llevar de regreso a miles que durante la madrugada se vieron en la necesidad de caminar más de dos kilómetros hasta la entrada de la Unidad Habitacional Luis Donaldo Colosio o incluso de caminar.
Aunque pese al tumulto no hubo incidentes que lamentar, lo sucedido aquella noche en la zona diamante, deja al descubierto el reto del sector turístico ante un eventual estallido de esta actividad económica en ascenso.

Preservar en orden y confortabilidad la zona de lujo en medio de la concurrencia masiva a los grandes eventos que apuntala el desarrollo de la zona Diamante, generar infraestructura y capacidad logística en las vialidades y atractivos turísticos debería ser una de las tareas inmediatas del sector, en la búsqueda de dar el siguiente paso en la recuperación del turismo, aquí donde aseguran los que saben, nació la oferta turística de México.

Líbana Nacif Heredia

Líbana Nacif Heredia
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