A continuación el discurso de despedida de la primera generación de licenciados y licenciadas en Ciencia Política del IIEPA-IMA, pronunciado por la alumna Karina Estefanía Hernández Ojeda en la clausura celebrada el pasado 26 de marzo.
A nombre de una generación que busca abrir brecha en las formas de hacer política, hoy todas y todos con diversas tareas al servicio del estado, desde diferentes trincheras y con diferentes metas personales, pero con una misma visión, la de cambiar las viejas practicas para construir poco a poco una nueva cultura política que abone a la consolidación de una democracia.
Felicidades compañer@s
Hace casi cinco años entramos por primera vez al aula Giovanni Sartori e integramos uno de los grupos más plurales y diversos con los que haya tomado clase. ¿Qué tenía de especial este grupo que lo hacía tan diverso? Nada. El mundo, en sí lo es, pero la diversidad se oculta allí donde prima la intolerancia y el autoritarismo.
En el IIEPA, la diversidad encontró terreno fértil para nacer y crecer. En el primer proceso de crecimiento la inmadurez nos llevó muchas veces a enfrentarnos entre nosotros, con otros grupos e incluso con nuestros docentes. Sin embargo, el Instituto nos hizo madurar, nos enseñó el valor de la tolerancia y del diálogo, el respeto por la otredad y el rechazo absoluto a cualquier forma de dogma y discriminación.
Hoy quienes cosechan los frutos de este proceso no solamente somos quienes egresamos.
Nuestra madre, nuestro padre o quien nos haya permitido culminar nuestros estudios, recibirán nuestro título como resultado de nuestro esfuerzo, pero sobre todo de su sacrificio y su apoyo invaluable e imprescindible para terminar esta etapa de nuestra vida, el de ellos, los que hace varios años nos encaminaron al kínder entre emoción y llanto.
Nuestros y nuestras docentes, han dejado en cada una y uno de nosotros poco o mucho de sí mismos y se han ganado nuestro respeto, nuestra admiración pero sobre todo nuestro afecto y en algunas ocasiones nuestra amistad. Varios hemos entrado con padre y madre biológicos y hemos egresado como progenie intelectual de aquellos con quienes nos identificamos más.
Nosotros mismos hemos visto transformada nuestra vida a nivel profesional, académico y personal. Hemos cambiado la manera de interactuar con el mundo, con el medio ambiente, con los que coinciden o disiden con nosotros, con el sexo opuesto, con el poder. Somos guardianes de la democracia y de sus valores como la libertad, la equidad, la tolerancia y la legalidad. Es decir, somos ciudadanos y ciudadanas del mundo, del país y de nuestro estado.
Hemos aprendido a defender nuestra libertad de pensamiento y de conciencia, y hemos adquirido o potenciado nuestra capacidad de pararnos en cualquier tribuna y defender lo que es justo, los derechos y libertades de nosotros, y de los demás. Nos hemos convertido en personas responsables y comprometidas con las necesidades de nuestra sociedad y somos conscientes de nuestro papel como agentes de transformación del mundo y como forjadores del futuro de la humanidad. Es decir, nos hemos convertido en universitarios para toda la vida.
Con orgullo hemos concebido una identidad vinculada a nuestro estado y a las élites intelectuales. Hemos aprendido que nacer en un estado pobre y con carencias no es sinónimo de fracaso ineludible, de estancamiento ni de impotencia. Siguiendo el ejemplo de nuestro prócer, hemos puesto en alto el nombre del maestro Altamirano, de Guerrero y de México en otras latitudes, donde nos hemos medido con estudiantes y docentes de universidades punta, de primer mundo. Somos orgullosamente altamiranistas.
Hoy todos cerramos uno más de nuestros ciclos de vida. Hoy, habremos de continuar por caminos tan diversos como nosotras y nosotros mismos. Pero todo cuanto logremos a partir de ahora, nos obligará a volver la vista atrás, a nuestra primera formación en el IIEPA-IMA y decir: Gracias. Pero más aún, a la esencia del IIEPA-IMA, a su planta docente: GRACIAS, Gracias por lograr hacer de nosotras y nosotros lo que somos.
En el IIEPA, la diversidad encontró terreno fértil para nacer y crecer. En el primer proceso de crecimiento la inmadurez nos llevó muchas veces a enfrentarnos entre nosotros, con otros grupos e incluso con nuestros docentes. Sin embargo, el Instituto nos hizo madurar, nos enseñó el valor de la tolerancia y del diálogo, el respeto por la otredad y el rechazo absoluto a cualquier forma de dogma y discriminación.
Hoy quienes cosechan los frutos de este proceso no solamente somos quienes egresamos.
Nuestra madre, nuestro padre o quien nos haya permitido culminar nuestros estudios, recibirán nuestro título como resultado de nuestro esfuerzo, pero sobre todo de su sacrificio y su apoyo invaluable e imprescindible para terminar esta etapa de nuestra vida, el de ellos, los que hace varios años nos encaminaron al kínder entre emoción y llanto.
Nuestros y nuestras docentes, han dejado en cada una y uno de nosotros poco o mucho de sí mismos y se han ganado nuestro respeto, nuestra admiración pero sobre todo nuestro afecto y en algunas ocasiones nuestra amistad. Varios hemos entrado con padre y madre biológicos y hemos egresado como progenie intelectual de aquellos con quienes nos identificamos más.
Nosotros mismos hemos visto transformada nuestra vida a nivel profesional, académico y personal. Hemos cambiado la manera de interactuar con el mundo, con el medio ambiente, con los que coinciden o disiden con nosotros, con el sexo opuesto, con el poder. Somos guardianes de la democracia y de sus valores como la libertad, la equidad, la tolerancia y la legalidad. Es decir, somos ciudadanos y ciudadanas del mundo, del país y de nuestro estado.
Hemos aprendido a defender nuestra libertad de pensamiento y de conciencia, y hemos adquirido o potenciado nuestra capacidad de pararnos en cualquier tribuna y defender lo que es justo, los derechos y libertades de nosotros, y de los demás. Nos hemos convertido en personas responsables y comprometidas con las necesidades de nuestra sociedad y somos conscientes de nuestro papel como agentes de transformación del mundo y como forjadores del futuro de la humanidad. Es decir, nos hemos convertido en universitarios para toda la vida.
Con orgullo hemos concebido una identidad vinculada a nuestro estado y a las élites intelectuales. Hemos aprendido que nacer en un estado pobre y con carencias no es sinónimo de fracaso ineludible, de estancamiento ni de impotencia. Siguiendo el ejemplo de nuestro prócer, hemos puesto en alto el nombre del maestro Altamirano, de Guerrero y de México en otras latitudes, donde nos hemos medido con estudiantes y docentes de universidades punta, de primer mundo. Somos orgullosamente altamiranistas.
Hoy todos cerramos uno más de nuestros ciclos de vida. Hoy, habremos de continuar por caminos tan diversos como nosotras y nosotros mismos. Pero todo cuanto logremos a partir de ahora, nos obligará a volver la vista atrás, a nuestra primera formación en el IIEPA-IMA y decir: Gracias. Pero más aún, a la esencia del IIEPA-IMA, a su planta docente: GRACIAS, Gracias por lograr hacer de nosotras y nosotros lo que somos.
2 comentarios:
Me da mucho gusto que a varias personas les haya gustado mi discurso; pero sobre todo que sí haya podido ser voz del pensar y el sentir de quienes integramos nuestra generación. Gracias por publicarlo :)
Primero quiero ofrecer una felicitaciones a la primera generaciòn de politologos en Guerrero, en segundo termino los invito a que demuestren con esmero y coraje, lo que han aprendido en beneficio de nuestro querido estado de Guerrero, les envio un cordial saludo y afectuoso abrazo, y a ti lìbana, el reconocimiento al tener un espacio abierto de comunicaciòn entre la comunidad del ieepa.
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