Nuevamente y en menos de tres años el Partido de
En 2008 la renovación de su diligencia nacional desembocó en la hasta hoy irreconciliable división en dos grandes bloques de cuyo antagonismo se derivan las pugnas internas actuales.
En aquel entonces, Alejandro Encinas Rodríguez, cercano a López Obrador se erigió como el gran opositor, al encabezar el bloque denominado "Izquierda Unida" conformado por IDN, ADN, FNS y distintas expresiones al interior del PRD con menor presencia nacional.
Enfrente, se posicionó el bloque que algunos denominaron "conservador" y los mas radicales "modositos" encabezado por Jesús Ortega, líder fundador de la tribu "Nueva Izquierda" junto con Jesús Zambrano, que hoy x hoy es la facción que ocupa el mayor numero de espacios de representación al interior y fuera del partido.
El supuesto argumento del debate que rechazo la unidad, fue el matiz ideológico en ambos bloques, pues si bien los dos representaban la izquierda, uno -el de Ortega- aparecía con una tendencia sensible al presidente Calderón y en tanto, negociadora con su partido, se quejaban entonces los encinistas.
De lo que en 2008 se hablo como una tendencia, un matiz en la izquierda, hoy se ha formalizado en la llamada " política de alianzas" de este partido, que ha reactivado de forma radical la vieja pugna interna.
Ante la posible alianza entre el PRD y el PAN en el estado de México, plaza mas importante del país de acuerdo a su numero de electores, el bloque opositor salta nuevamente contra "Los Chuchos" en lo que pretende perfilarse como una reconciliación política entre dos partidos antagónicos, con el fin óptimo de impedir a toda costa el regreso de la hegemonía priista.
La petición de licencia de AMLO para separarse de su militancia perredista de llevarse a cabo la consulta que acredite o no la alianza PRD-PAN en esa entidad, aparece como un ultimátum a los Chuchos para cesar la política de alianzas en la que han dirigido al partido.
Tan pronto como Obrador expreso su petición de lavarse las manos del perredismo ante cualquier intento aliancista, saltaron sus viejos aliados, Convergencia y el PT, en rechazo a la misma y no por su simpatía con la figura de Obrador, sino como una oportunidad de dignificar el origen y orientación de sus partidos.
Hay que decir que lo anterior no tendría lugar si se estuviera frente al inminente peligro de una nueva derrota electoral a corto plazo, pues el posicionamiento de Encinas en las preferencias electorales de los mexiquenses, parece ser la oportunidad que dio origen a esta rebeldía de Obrador y el tajante rechazo de Convergencia a la alianza.
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